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Los Celtas insulares

En el estudio de la mitología céltica, la segunda mitad del siglo XIX y los primeros años del XX fueron la época de los primeros desciframientos, cuyos primeros esfuerzos se centraron sobre la etimología de los nombres de las divinidades, los héroes y las heroínas, así como sobre la interpretación de los relatos como alegorías de los fenómenos de la naturaleza, especialmente el día y la noche, el sol, la luna, el alba, el trueno, etc. Continuó con el estudio textual y lingüístico de las fuentes y se siguió prestando interés a la cuestión de la separación entre aquello que puede ser considerado historia, de modo que se recogieron con enorme atención una gran cantidad de tradiciones orales, y se hicieron diversas tentativas por trazar las diversas etapas de cada uno de los relatos. Un estudio de conjunto que fue aceptado de buen grado como guía por diversos especialistas en el mundo celta fue The Growth of Literature (El desarrollo de la literatura), de H. M. y N. K. Chadwick, 1932-1940, en el que las antiguas literaturas de las islas Británicas constituyen uno de los elementos de una empresa de gran envergadura tendente a descubrir los "principios generales" de toda historia de las literaturas basadas en las tradiciones orales.

 Estos autores ponían de relieve los "desarrollos paralelos que resultan de unas condiciones sociales y políticas similares", y concedían una importancia fundamental al concepto de una edad heroica. Aún más fácilmente aceptable resultaba la clasificación o repertorio de los relatos tradiciones y de sus componentes de acuerdo con las reglas instituidas por los sabios escandinavos y americanos, así como el estudio de la difusión de los tipos y de los motivos.
Los relatos medievales que las generaciones precedentes habían considerado mitos célticos aparecían entonces como ejemplos de cuentos folclóricos internacionales, a los que se consideraba degenerados o confusos si, a la luz del sentido común moderno, resultaban menos fácilmente comprensibles que sus paralelos actuales. Sin embargo, en el curso de la tercera y cuarta década de nuestro siglo se aplicaron otros tipos de análisis a la naturaleza y significado de los relatos tradicionales. Dejando de un lado diversas interpretaciones psicoanalíticas, podemos señalar antes que nada los trabajos de Vladimir Propp, quien, a partir de un examen atento de una categoría importante (y quizá central) de los relatos folclóricos, llegó a la conclusión "totalmente herética" de que éstos merecían "el nombre antiguo" y hoy en día rechazado de los relatos míticos". A continuación llegaron las teorías y los estudios de la escuela del "mito y ritual", entre las que se cuenta el estudio de lord Raglan sobre el relato de la vida de los héroes míticos. Por último, las correspondencias detectadas por Dumézil, Benveniste y Hocart entre el sistema de cuatro castas que es fundamental en la India arcaica y las ideologías y la organización social de otros pueblos. A pesar de todo, durante este período no se publicó ningún trabajo nuevo a propósito de la mitología céltica al que podamos situar bajo el signo de cualquiera de estas corrientes. La mitología que se perfila en la obra, riquísima en detalles, de Thomas F. O'Rahilly, Early Irish History and Mythology, 1946, podría ser reducida en su mayor parte a la lucha de un héroe con el "dios del otro mundo" (un dios con numerosas funciones y numerosos aspectos"), con dioses del sol y armas fulgurantes como el rayo ocupando un primer plano, y con un excesivo recurso a la etimología de los nombres propios.
El estudio conciso y lúcido de Marie-Louise Sjoestedt, Dieux et héros des Celtes, de 1940, abrió sin embargo el camino hacia una nueva aproximación al tema, y en los años sucesivos, Georges Dumézil incluyó las interpretaciones del relato irlandés de la Segunda batalla de Mag Tuired en numerosos estudios comparativos, en los que habían comenzado a seguir las ramificaciones de la ideología de las tres funciones - a saber, 1 las relaciones con lo sagrado, la soberanía, el conocimiento; 2 el empleo de la fuerza, el papel del guerrero y del rey; 3 la consecución de las riquezas, la salud, la belleza, la armonía, la abundancia, la cantidad -, que con tanta frecuencia se ha encontrado a partir de entonces en el estudio de numerosas mitologías, ya sea por obra de él mismo, ya por otros estudiosos. Se ha dicho también que la ideología de los Tres Estados de la Europa medieval derivaba principalmente de la tradición celta. Así, si bien hasta entonces había sido de rigor entre los especialistas en el mundo celta el desdén por las tenebrosas profundidades de la mitología comparada, y siempre se había mantenido que la mitología insular es anárquica y no muestra nada semejante a un sistema como ocurre con otras mitologías, algunas voces disidentes comenzaron a dejarse oír entonces. Mme Françoise Le Roux-Guyonvarc'h, por ejemplo, declara sin embages: "En lo que a nosotros respecta, si hemos estudiado la tradición céltica es para devolverle su importancia como área de estudio". Otros investigadores estimaban también que los mitos constituyen una vía, un mundo de significados que fue vivido como tal y que podría vivir en la imaginación de los hombres hasta el punto de modelar su existencia incluso después de haber cesado de creer en ellos.
Relatos que por sus personajes, sus situaciones y sus temas resultan de lo más ajenos a las enseñanzas de las Escrituras y de la tradición eclesiástica aparecen en manuscritos que remontan al siglo XI en Irlanda, al siglo XIII en el País de Gales y el estudio de sus características, lingüísticas o de otro tipo, demuestra que algunos de ellos remontaban a varios siglos atrás. Los más antiguos de estos textos fueron escritos en los monasterios, y nada prueba directamente que ninguno de estos relatos haya existido en la época del paganismo. Pero dejando a un lado el hecho de que sin duda resultaría extraño que los primeros cristianos "se hubiesen dedicado con tanta energía a dotar a Irlanda (y al País de Gales) de una literatura pagana hermosa y de calidad de la que de otro modo se hubieran visto privados", mediante el análisis comparativo es posible verificar que muchos de esos relatos legendarios pertenecen a antiguas tradiciones.
Aprender los relatos tradicionales, muchos de los cuales han sobrevivido hasta hoy, ocupaba un lugar de primera importancia en el largo y difícil aprendizaje de los poetas, que gozaban de un poder y de un estatus social considerables. En Irlanda esos sabios guardianes de la tradición eran iguales a los reyes ante la ley. Eran ellos quienes les entronizaban, quienes les sostenían por medio de sus panegíricos y, cuando era preciso, los destruían con los golpes de sus sátiras. Ellos eran los genealogistas y los historiadores de la realeza, la autoridad en materia de prerrogativas y deberes reales. Pronunciaban encantamientos y se dedicaban a la adivinación y a las profecías, y se ha dicho también que en un tiempo ellos fueron los jueces: de hecho, algunas partes de los más antiguos textos legales están compuestas a la manera de la poesía arcaica. De acuerdo con algunos testimonios, poco numerosos por lo demás, los relatos tradicionales eran recitados durante las veladas de invierno y en las asambleas provinciales regulares, y también en otras ocasiones solemnes, como las bodas, la toma de posesión de una casa nueva, la víspera de entrar en batalla, la toma de posesión de una herencia o de un patrimonio, la fiesta ofrecida por un príncipe, la partida para un viaje o para cazar o el comienzo de una sesión de justicia. Como los relatos estaban clasificados bajo rúbricas del tipo "Batallas", "Viajes", "Festines", "Razzias de ganado", "Peticiones de matrimonio", "Nacimientos", etc, resulta razonable pensar que el tema del relato se adecuaba a la ocasión en que era recitado, y que la evocación de batallas pasadas se hacía durante la vela de las nuevas, como se indica en una o dos historias que se nos han conservado, y que los "tristes relatos de la muerte de los reyes", se integraban en el ritual que acompañaba a tales muertes, por ejemplo. Aquellos que escuchaban estos relatos con la reverencia que merecía se aseguraban así la victoria, el éxito, la prosperidad. Una leyenda del folclore irlandés, fiel en este punto a la tradición, muestra al Diablo absolutamente incapaz de entrar en una casa en la que se están recitando los relatos de la vida de un héroe.
Aunque estos relatos hayan sido transmitidos y elaborados durante siglos por cristianos que no los comprendían sino de un modo imperfecto, cada vez resulta más evidente que comportan una simbología tan coherente como compleja, y que todo aquello que mencionan - como las épocas, los lugares, las acciones, las relaciones de parentesco, las cualidades y los actos de determinada persona, las direcciones, los colores, los animales, etc. - , podría ser significativo de una manera que requería el examen más paciente y una cierta dosis de intuición para ser plenamente comprendido.
Resulta también evidente que la ideología de las tres "funciones" no se limita a aparecer esporádicamente en los relatos, sino que estructura la entera tradición. Así, los relatos irlandeses comprenden en primer lugar el llamado Ciclo Mitológico, cuyos principales personajes pertenecen al pueblo de la diosa Danann, los Thüatha Dé Danann, magos, de los cuales se dice que sus artesanos eran dioses (dée), y sus campesinos andée (¿no-dioses? ¿dioses-gigantes?); en segundo lugar, el Ciclo heroico que trata de los nobles guerreros imperiales de Ulaid (Ulster); y, en tercer y último lugar, el Ciclo de Osian, los relatos de los Fiana, esas bandas errabundas formadas por jóvenes, cazadores y combatientes que habitaban los bosques y las regiones salvajes. El llamado Ciclo histórico comprende relatos de diversos tipos acerca de los reyes y de la realeza.
Los once relatos galos conocidos en la actualidad bajo el nombre de Mabinogion comprenden, para empezar, las Cuatro Ramas de Mabinogi y la Historia de Lludd y Llefelys, dos casos en los que las tres "funciones" aparecen con claridad, pero donde la primera es la suprema y la tercera se halla subordinada; en segundo lugar, los tres relatos artúricos, Peredur, Owain y Geraint, que presentan idéntica estructura en lo esencial que tres de los relatos de Chrétien de Troyes, Perceval, Yvain y Erec, y representan, respectivamente, las tres funciones; y, por último, otros tres relatos que no guardan una relación explícita entre sí: El sueño de Macsen, que puede ser considerado como la historia de una búsqueda de la soberanía, El sueño de Rhonabwy, que se ocupa exclusivamente de asuntos militares, y la historia de Culhwch y Olwen, que podría ponerse en relación con la tercera función.
Un relato irlandés del cual poseemos un texto que data de finales de la Edad Media nos habla de una disputa que se originó bajo el reinado de Diarmait mac Cerbaill (en el siglo VI de nuestra era) a propósito de los límites del dominio real en Temair (en inglés Tara) y nos explica cómo los sabios, los nobles y los ancianos del reino quisieron que la casa de Temair fuese reorganizada como lo había estado anteriormente y como debería estarlo a partir de entonces. Fintan mac Bóchra, que había observado la evolución completa de la historia de Irlanda desde antes del Diluvio, fue convocado para que emitiese su juicio. Se apareció ante el rey de Irlanda y su corte un personaje de naturaleza divina - el mismo que se ocupaba de la salida y la puesta del sol -, que se quedó entre ellos por espacio de cuarenta días. Cuando supo, en respuesta a sus pregunta sobre los hechos y las gestas de los irlandeses dijo:" Yo estableceré para vosotros la sucesión de las historias y las crónicas de la casa de Temair con los cuatro cuartos de Irlanda reunidos alrededor suyo, ya que yo soy el testimonio verídico y sabio que explica a todos los hombres aquello que ellos ignoran."
Entonces fueron convocados ante él los siete hombres más sabios de cada uno de los "cuartos" de Irlanda, así como los historiadores del rey de Temair " pues era de justicia que cada uno pudiese tomar la parte que le correspondía en las crónicas de Temair".. Y preguntó a Fintan cómo había sido dividida Irlanda, "y dónde se habían dispuesto las cosas". "Es muy fácil . respondió Fintan, el conocimiento al oeste, el combate al norte, la prosperidad al este, la música al sur y la realeza en el centro." El augusto visitante confirmó entonces esta disposición según la cual cada una de las cinco provincias, Connachtp (Connaught), Ulaid (Ulster), Lagin (Leinster), Mumu (Munster) y Mide (el "medio", Meath), recibía su parte apropiada del patrimonio legendario irlandés.

Como se desprende claramente de nuestras diferentes rúbricas, la repartición de todo ello entre las diversas provincias mencionadas en esta leyenda no constituye en absoluto un rasgo de imaginación aislada, sino una relación narrativa. Una disposición semejante se observa también en la tradición gala, si bien la narración que poseemos resulta menos precisa que el relato irlandés. Allí Gwynedd, que incluye la isla de Anglesey al noroeste, aparece como la provincia tradicional de los grandes proyectos, de las palabras altisonantes, de los nacimientos de alcurnia, de los sabios, de las reliquias. Powys, al noreste, como la provincia de las virtudes marciales, allí uno ha de ser el primero en la línia de batalla y el último en batirse en retirada. Glamorgan, al sudeste, como Lagin en Irlanda, es reputada por su riqueza, por su generosidad, por su cortesía, por su humor festivo, mientras que Dyfed, al sudoeste, es considerada, de modo similar a lo que ocurría con Mumu, como el lugar del misterio y de la paradoja. Esta disposición forma parte del simbolismo de los Mabinogion. Ha sido demostrado que esta disposición cualitativa de las provincias tiene su paralelo en la de las fortalezas reales de la antigua tradición india. De acuerdo con este orden los sacerdotes tenían su lugar al norte, los nobles-guerreros al este, los campesinos al sur, los siervos al oeste y los dioses y el rey en el espacio central. La estructura india de los dioses -Varuna, el soberano-mago, al oeste, Indra, el guerrero, al norte, Kubera, el señor de las riquezas, al este, y Yama, el señor del reino de los muertos al sur - presenta una analogía aún más estrecha con la tradición Irlandesa. Más sorprendente quizá, por inesperada, resulta, entre los Zuñi, la asociación de los sacerdotes con el oeste, de los guerreros con el norte, de los bailarines con el este y de los campesinos y los médicos con el sur, a la que no le falta más que la inversión entre los dos últimos "cuartos" para ser del todo semejante en estructura al reino de Irlanda.
Dos últimas observaciones. En primer lugar, la lengua gaélica (o irlandesa) fue introducida en Escocia a partir de Irlanda, y durante toda la Edad Media los dos países tuvieron la misma cultura. Lo poco que queda de la literatura de finales de la Edad media en córnico y en bretón, lenguas muy cercanas al galés, es casi todo de tipo cristiano didáctico. En segundo lugar, la distancia entre la lengua de las narraciones más antiguas en prosa y la lengua literaria de nuestro tiempo es más grande en irlandés que en galés. Por esta razón, la mayoría de los estudiosos irlandeses mantienen en sus comentarios la antigua ortografía de los nombres propios, mientras que los estudiosos del País de Gales instroducen ligeros cambios que les permiten escribir los nombres medievales a la manera moderna. De ello se pueden derivar algunas contradicciones en los capítulos siguientes.


Diccionario de las mitologías y de las religiones de las sociedades tradicionales y del mundo antiguo
Bajo la dirección de Yves Bonnefoy
Ensayos Destino

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