En irlandés, la palabra habitual para poeta es fili, emparentada con el verbo galés gweld, que significa ver. Y la palabra galesa es bardd. El más alto rango del fili, que es el ollam, parece corresponderse con el galés pencerdd, maestro del canto, o del arte. El fili de la antigua Irlanda era mucho más que un poeta en el sentido moderno del término. Por un lado se trataba de un genealogista sabio y de un guardián de la tradición que tiene valor de ley, y además era un profeta que practicaba ritos de adivinación, algunos detalles de los cuales son conocidos. Por el contrario, el bardd irlandés no era considerado como un hombre sabio, y su rango era mucho menor. Al comienzo de los tiempos modernos, podemos verlo en algunas ocasiones recitando con acompañamiento de arpa los poemas compuestos por un fili. En la sala de un rey galés el pencerdd se sentaba en la parte alta, junto al rey y los principales dignatarios; por su parte, el bardd teulu ("bardo de la tropa de los guerreros") se sentaba en la parte baja, al lado de su capitán. Cuando el rey deseaba escuchar un poema, el pencerdd cantaba en primer lugar dos canciones, una de Dios y una de los reyes, y luego el bardd teulu cantaba una tercera. Este último cantaba también para la reina en sus aposentos, y entonaba "la Monarquía de Bretaña" cuando la tropa partía para el combate o regresaba con el botín.
En la ley irlandesa antigua el estatuto del druida (druí) es la de un individuo sin un privilegio especial, sin duda porque se le identificaba con el pasado pagano. En los relatos irlandeses su función y su lugar son semejantes a los del fili, aunque no parece que explique historias. Según se dice, tiene el privilegio de hablar antes de que lo haga el rey. Actúa de árbitro y pacificador.
Si bien el testimonio de los autores griegos y romanos sobre las clases cultivadas en el mundo céltico resulta en ciertos aspectos repetitivo, no por ello carece de contradicciones. Parece, sin embargo, razonable pensar que los druidas, cuyo nombre se refiere a la idea de conocimiento, se beneficiaban del rango más elevado. Además del hecho de que eran sabios, que instruían y árbitros, que podían poner fin a los conflictos, incluso entre ejércitos en combate, eran ellos quienes, debido a su conocimiento de lo divino y de la inteligencia de su lenguaje, presidían sobre los sacrificios. Los vates, o videntes, también eran hombres sabios, que anunciaban el futuro por medio de augurios y del sacrificio de víctimas. Para el sacrificio era esencial la presencia de un druida. El nombre vates está emparentado con palabras que significan profecía, inspiración y poesía. Los bardos eran cantores de panegíricos que acompañaban con la música de sus instrumentos de cuerda; y, sin duda con menos frecuencia, de sátiras. En general se cree que el primer significado de bardd es el de "cantor de alabanzas". Parece razonable ver en el druida una figura de la primera función, la que está más cercana a Dios o a los dioses, y a la ley divina; en el vatis, el fili y el pencerdd, que se preocupan de lo que han sido y serán los poderes y los actos del soberano temporal, una figura de la "segunda función" (recordemos la asociación de los guerreros Conchobar, Marte e Indra con el calendario); y en el bardo de la Galia y de Irlanda, en el bardd teulu, así como en el teuluwr ("miembro de la tropa de los guerreros, de la guardia") del país de Gales, a un representante de la "tercera función". El papel del teuluwr consistía en entretener a la compañía, en la generosidad, en la súplica cortés. El hostelero, en el relato de la infancia de Cuchulainn, no se considera a sí mismo tan sólo aquel que refiere y hospeda a los hombres de Irlanda, sino que también los defiende cuando son difamados y han de afrontar combates de honor, lo que parece indicar que se trata de un cantor de alabanzas. El hecho de que el bardo irlandés reciba los poemas del fili, su superior, para su recitación, quizá podría ponerse en comparación con la aceptación de un "feudo" de ganado de su señor por parte del campesino independiente y con la incapacidad por parte del vatis de celebrar un sacrificio sin la presencia de un druida.
Por otro lado, las tres figuras que acabamos de considerar probablemente podrían ser puestas en relación con los papeles que representan los tres sacerdotes principales necesarios para la celebración de un sacrificio védico, empezando por el brahmán, el más importante, el que por medio de su presencia asegura la comunicación entre lo visible y lo invisible, asimilado él mismo a lo sagrado. En segundo lugar tenemos el adhvaryu, el más activo, encargado de un gran número de actividades (y cuyo nombre deriva de un verbo que significa "celebrar el sacrificio", que a su vez deriva de una raíz que denota la "liturgia" considerada como una vía). Y por último de hotar, un recitador de himnos. Heorges Dumézil ha puesto en relación los dos primeros con el flamen Dialis y el pontifex de la antigua Roma.
Diccionario de las mitologías y de las religiones de las sociedades tradicionales y del mundo antiguo
Bajo la dirección de Yves Bonnefoy
Ensayos Destino
En la ley irlandesa antigua el estatuto del druida (druí) es la de un individuo sin un privilegio especial, sin duda porque se le identificaba con el pasado pagano. En los relatos irlandeses su función y su lugar son semejantes a los del fili, aunque no parece que explique historias. Según se dice, tiene el privilegio de hablar antes de que lo haga el rey. Actúa de árbitro y pacificador.
Si bien el testimonio de los autores griegos y romanos sobre las clases cultivadas en el mundo céltico resulta en ciertos aspectos repetitivo, no por ello carece de contradicciones. Parece, sin embargo, razonable pensar que los druidas, cuyo nombre se refiere a la idea de conocimiento, se beneficiaban del rango más elevado. Además del hecho de que eran sabios, que instruían y árbitros, que podían poner fin a los conflictos, incluso entre ejércitos en combate, eran ellos quienes, debido a su conocimiento de lo divino y de la inteligencia de su lenguaje, presidían sobre los sacrificios. Los vates, o videntes, también eran hombres sabios, que anunciaban el futuro por medio de augurios y del sacrificio de víctimas. Para el sacrificio era esencial la presencia de un druida. El nombre vates está emparentado con palabras que significan profecía, inspiración y poesía. Los bardos eran cantores de panegíricos que acompañaban con la música de sus instrumentos de cuerda; y, sin duda con menos frecuencia, de sátiras. En general se cree que el primer significado de bardd es el de "cantor de alabanzas". Parece razonable ver en el druida una figura de la primera función, la que está más cercana a Dios o a los dioses, y a la ley divina; en el vatis, el fili y el pencerdd, que se preocupan de lo que han sido y serán los poderes y los actos del soberano temporal, una figura de la "segunda función" (recordemos la asociación de los guerreros Conchobar, Marte e Indra con el calendario); y en el bardo de la Galia y de Irlanda, en el bardd teulu, así como en el teuluwr ("miembro de la tropa de los guerreros, de la guardia") del país de Gales, a un representante de la "tercera función". El papel del teuluwr consistía en entretener a la compañía, en la generosidad, en la súplica cortés. El hostelero, en el relato de la infancia de Cuchulainn, no se considera a sí mismo tan sólo aquel que refiere y hospeda a los hombres de Irlanda, sino que también los defiende cuando son difamados y han de afrontar combates de honor, lo que parece indicar que se trata de un cantor de alabanzas. El hecho de que el bardo irlandés reciba los poemas del fili, su superior, para su recitación, quizá podría ponerse en comparación con la aceptación de un "feudo" de ganado de su señor por parte del campesino independiente y con la incapacidad por parte del vatis de celebrar un sacrificio sin la presencia de un druida.
Por otro lado, las tres figuras que acabamos de considerar probablemente podrían ser puestas en relación con los papeles que representan los tres sacerdotes principales necesarios para la celebración de un sacrificio védico, empezando por el brahmán, el más importante, el que por medio de su presencia asegura la comunicación entre lo visible y lo invisible, asimilado él mismo a lo sagrado. En segundo lugar tenemos el adhvaryu, el más activo, encargado de un gran número de actividades (y cuyo nombre deriva de un verbo que significa "celebrar el sacrificio", que a su vez deriva de una raíz que denota la "liturgia" considerada como una vía). Y por último de hotar, un recitador de himnos. Heorges Dumézil ha puesto en relación los dos primeros con el flamen Dialis y el pontifex de la antigua Roma.
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