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Los Dióscuros

Los Dióscuros son una pareja de mediadores a los que se conoce como "los muchachos de Zeus", unas veces como "los dos Señores", otras como "los dos dioses". Gemelos nacidos de Leda y Tíndaro, rey de Esparta, quien se había desdiblado en Zeus, soberano del cielo luminoso, transformado a su vez en cisne para unirse a la esposa del rey. Pausanias había visto en un templo de Esparta el huevo que Leda había incubado y del que habrían nacido no sólo los dos hermanos sino también su hermana, la hermosa Helena.
Esta pareja de gemelos presenta un conjunto de rasgos que los diferencian entre sí. Cástor es mortal, puesto que es hijo de Tíndaro, mientras que Pólux, nacido de Zeus, ha recibido la inmortalidad. Pero esta diferenciación se acentúa más aún en el mito del robo de los bueyes, en el transcurso de la guerra entre los Dióscuros y los Afarétidas: cuando Cástor pierde la vida, Pólux, que no acepta ser separado de su gemelo, obtiene de Zeus el permiso para que se repartan la inmortalidad entre ambos. Y desde entonces, los Dióscuros son llamados heterónomos: viven y mueren en días alternos; alternativamente habitan en el Olimpo y residen en Terapne, donde se alza su tumba. Hay dos soluciones posibles: o bien los dos hermanos comparten juntos un día y, al siguiente, comparten la tumba, o bien, de forma alterna, uno de ellos conoce la muerte y el otro la inmortalidad. En el plano astronómico, ambas soluciones parecen haber estado vigentes: los Dióscuros forman la pareja de Géminis, "cuyas estrellas ascienden y descienden, la una al lado de la otra, "en el horizonte". Por otro lado, constituyen las dos apariencias del planeta Venus, identificados con la Estrella Matutina y la Estrella Vespertina: una aparece en el cielo cuando la otra se pone.
Cástor es un guerrero, mientras que Pólux posee la fuerza sometida a la inteligencia; el primero es rápido en la carrera; el segundo destaca en el boxeo, deporte inventado por el kouros Apolo, quien, por lo demás, triunfa sobre Ares en el pugilato y es capaz de vencer a Hermes en la carrera. A menudo, Pólux es representado junto a un perro, mientras que su hermano monta a caballo; Cástor inventa la caza a caballo, Pólux la caza con jauría.
Su dualidad desempeña un papel importante en Esparta, de acuerdo con la doble soberanía: uno de los reyes está asociado al Zeus del Cielo (ouranios), el otro al Zeus de los mortales, de los Lacedemonios. Y cuando Esparta libra un combate contra sus enemigos, un único rey dirige la guerra. Aquel de los dos que ostenta el cargo se lleva consigo a uno de los Dióscuros, sin duda al guerrero Cástor, puesto que los espartanos combaten al son llamado "de Cástor", aquel de los Dióscuros que es el patrón de los Caballeros, del grupo de los Hippeis, los Trescientos elegidos para formar la guardia del rey, los cuales van vestidos de rojo, como Cástor "el de la clámide roja".
También en Roma, los Castores parecen regirse por la misma complementariedad, cuyo origen indoeuropeo está demostrado gracias ala diferencias en el seno de la pareja india de los Nasatya, formada por Nakula y Sahadeva.
"Muchachos de Zeus", los Dióscuros no están vinculados únicamente a la soberanía sino que, en Esparta, son también los patronos de la clase de los jóvenes, presidiendo los ejercicios guerreros, los esfuerzos en la palestra y la vida atlética en las orillas del Eurotas. Así los Dióscuros eran honrados en unas fiestas en las que se danzaban en su honor danzas guerreras, la más famosa de las cuales, la pírrica, imitaba los combates a través de una compleja sucesión de figuras. Un ritual más específico insiste sobre su modo de relacionarse con la sociedad humana: se trata de las Teoxenias, una fiesta de la hospitalidad ofrecida a los dioses; la fiesta era celebrada por un colegio sacerdotal, dirigido por un personaje llamado "el que acoge a los dioses" (Sidektos) y encargado de preparar para sus huéspedes una mesa cubierta de manjares a la antigua usanza (queso, tortas, aceitunas y puerros). En Esparta, los Dióscuros poseen también su casa, próxima al santuario de la Afrodita en armas y de la morada en la que se encuentra conservado el huevo de Leda, donde cada año las mujeres van a tejer el vestido destinado al Apolo de Amiclas. En esta casa, los Tindáridas se habían presentado en otro tiempo bajo la apariencia de unos hermosos extranjeros, venidos, decían ellos, de Cirene, y habían solicitado poder hospedarse en una habitación que les complacía durante la mayor parte del tiempo que residieran entre los hombres. El propietario nohabía podido satisfacer su deseo porque esa pieza estaba ocupada por su hija virgen. Pero al día siguiente, la doncella había desaparecido, así como también los visitantes extranjeros y, en recuerdo de su paso, se encontraron, en el lugar más secreto de la vivienda, unas estatuas de los Dióscuros, una mesa y, sobre esa mesa, la misteriosa planta de tubérculos llamada silfio, procedente de la tierra de Cirene.
De este modo, la historia pone de manifiesto las afinidades de los Tindáridas con el interior del espacio humano, algo que subrayan también algunos de los emblemas familiares de los Dióscuros: la serpiente, las ánforas dobles y la doble viga, las dokana, ese marco de madera que simboliza a la vez la fuerza estabilizadora de la casa y la fraternidad indisoluble de la que nos habla Plutarco. Salvíficos, los Dióscuros no lo son únicamente por mantener recto y sólidamente unido aquello que fundamenta el asentamiento humano; Cástor y Pólux tienen el privilegio de poder intervenir de improviso, en unas actuaciones breves y fulgurantes. Así, en el mar, cuando los marineros se encuentran en peligro, los Dióscuros aparecen como Los-que-Iluminan, los Phôsphoroi, brillando en la punta de los mástiles. Los navegantes angustiados, que les ofrecen en sacrificio corderos de color blanco que han sido degollados en la popa del navío, les piden que clmen los vientos de la tempestad, que alejen las nubes sombrías y hagan brillas, en medio de la noche espantosa, la luz, evocada por medio de esas víctimas de color blanco. Una manera de actuar que Plutarco definió en términos precisos: "no navegan con los hombres, no comparten sus peligros, pero aparecen en el cielo y son sus salvadores". Tanto en el mar como en las batallas en las que aparecen los dos caballeros luminosos, los Dióscuros conllevan la salvación instantánea, desapareciendo a continuación en lo invisible, desde donde su presencia jamás es evocada en vano.

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