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Ellas en las antiguas civilizaciones

"...Señora de todas las esencias, llena de luz, vestida de esplandor, a quien aman los cielos yla tierra, soy la novia de tu templo amigo de An, te vistes de maravillosos ornamentos, deseas la tiara de las sumas sacerdotisas".
Enheduanna, sacerdotisa de la diosa Inanna


DEL NILO AL ÉUFRATES

ENHEDUANNA LA SUMERIA, LA PRIMERA SACERDOTISA Y ESCRITORA

Desde la antigüedad, la espiritualidad pagana honraba a las y los dioses de la tierra, y en la Edad de Piedra era el culto a la Diosa Madre. En la Edad de los Metales, la escritura nace alrededor del año 3400 aC. en Mesopotamia (hoy Oriente Medio), donde surgen las primeras aldeas y ciudades-estado (alrededor del 3100). En esas culturas que precedieron a la nuestra, las mujeres sacerdotisas ocuparon un lugar destacado dentro del ámbito religioso y social. El caso más lejano que está documentado es el de Enheduanna (2285-2250 aC.), hija del emperador de Acadia Sargón I el Grande. Con él comenzó el sacerdocio femenino. Ella fue suma sacerdotisa - y también poetisa - de la diosa Inanna, divinidad de la fertilidad, del sexo y la guerra (mucho más popular por el nombre de Ishtar con el que se la conocería posteriormente). Otras fuentes dicen que era suma sacerdotisa del dios lunar Nanna. Enheduanna escribió un poema de exaltación a esta diosa - Celebración de Inanna - , lo nque la convierte en una de las primeras autoras conocidas de la Historia, ya que sus himnos son una de las primeras manifestaciones literarias conservadas, siendo la primera persona que firma escritos con su nombre (Nancy Qualls-Corbett, 1990).

Los historiadores y los arqueólogos, a veces con prejuicios arraigados, comenzaron a desentrañar tablillas cuneiformes, poemas, textos perdidos, y la iconografía demostraba tenaz que las sacerdotisas portaban los valores profundos de "ser mujer" en una sociedad que las reconoció y elogió (Regina Schüssler). Después de ella, otras hijas de reyes mesopotámicos ocuparon en varias ocasiones el puesto de sumas sacerdotisas de Inanna. El analísis de estas mujeres sacerdotes en Sumeria sugiere que la importancia de las mujeres en el pasado era la interpretación basada en la versión judeocristiana históricamente implicaba el considerar a la mujer como un ser impuro e inferior al hombre, sin sentido ante la humanidad. Por lo tanto, la recuperación histórica de las mujeres que ocupan sectores considerados socialmente nos hace pensar que la historia escrita bajo la dominación patriarcal puede haber creado este concepto para asegurar los intereses de poder y evitar la perpetuación de la participación femenina.
Como ocurrió en la antigua Sumeria, la fuerza y la presencia de las mujeres en las sociedad matrilineales se sedimentaron en lazos de consanguinidad materna. Y el contexto religioso incluye para estas mujeres un lugar de respeto en la sociedad. La reconstrucción histórica sobre Sumeria permite advertir que hombres y mujeres se interrelacionaban en relativa equidad para complacer a los dioses. En el rito del "matrimonio sagrado" entre la sacerdotisa y el monarca-gobernante - que confirmaba su derecho al trono- se aseguraba la bondad de los dioses para la prosperidad y la fertilidad de los suelos y la de la ciudadanía. Y así la unión del rey y la representante de la diosa era la garantía mágica de la prosperidad. En aquella época estos ritos se basaban en la comprensión de los mitos que explican la vida y la naturaleza. La prostitución sagrada, sin embargo, no fue impuesta: las sacerdotisas que se dedicaban al sacerdocio por lo general lo hacían por libre voluntad. Y para el pueblo de Sumer servir a los dioses era un honor. Estas mujeres eran, pues, las intermediarias entre ciudadanía-gobernante-dioses, resultado de primordial importancia para el pueblo, que siempre estaba entonces en contacto con la divinidad. A través de ritos donde el entorno natural se consideraba sagrado, las sacerdotisas mantenían las buenas cosechas y la fertilidad de hombres y mujeres, manteniendo un estado de calma, armonía y paz. Eran respetadas sus características femeninas necesarias para garantizar la amabilidad de los dioses, la abundancia de las cosechas y la descendencia. Una sociedad matrilineal cuyas características fueron mostradas por las tablillas sumerias de las leyes del Código de Hammurabi, que ya ahí dilucidaba perfectamente los deberes y derechos de mujeres sacerdotisas, reconocidas como ciudadanas plenamente.
Sumeria, al igual que muchas otras civilizaciones del Oriente (próximo y medio) Antiguo centraba su culto en el Dios-Madre, tal como venía ocurriendo desde el Paleolítico. Apunta el escritor E.O. James en 1960 que la connotación divina relacionada con la Diosa era parte de la comprensión no sólo de los sumerios, sino también de otras civilizaciones de la antigüedad y de algunas civilizaciones futuras. Esta deificación estaba relacionada con los nacimientos de bebés, criaturas que fueron consideradas obras sacras, (el sexo no se asociaba todavía con la concepción). Y es precisamente este contexto - el mito que une a la mujer a lo sagrado - el que da lugar al sacerdocio. Para los sumerios, la mujer era la representante de la diosa en la tierra, así que, para atraer la fertilidad a los cultivos y a los habitantes, había que generar un culto del sacerdocio femenino: y ellas eran las que estaban íntimamente conectadas a la Diosa. Un mito sumerio cuenta que Sargón tuvo un sueño en el que se ve favorecido por la diosa Inanna convirtiéndose en el gobernante y desde estemomento va a adorarla a través de su hija Enheduanna, quien se convierte de esta forma en la representant de la diosa en la tierra.
La princesa y sacerdotisa también ejercía el cargo de "ministra de la luna", ya que el satélite lunar era identificado con un principio femenino divino en muchos cultos: Nanna o Sin, un dios directamente asociado con la luna, a la que los sumerios dieron más importancia que el sol (a diferencia de Egipto) y siempre relacionada con el ciclo menstrual femenino. Esta puede ser la hipótesis probable de la importancia de la mujer en los ritos sumerios de culto. Los ritos se realizaban en los templos conocidos como zigurats, altas estructuras que se asemejaban a las montañas, con gran importancia entre los sumerios ya que representa un punto de paso o transición de un mundo a otro. Es decir, constituían un nexo vivo entre la tierra y el cielo.
El sacerdocio femenino superior se estableció así, como práctica estándar, en torno al 2334 aC (primer imperio sumerio) y las sacerdotisas no fueron ridiculuzadas y menospreciadas sino todo lo contrario: el papel que representaban era de suma importancia para los sumerios, porque a través de ellas se garantizaba la simpatía de los dioses. Fueron respetadas y valoradas como tales representantes de la diosa misma. Una de sus prácticas conocidas era la posteriormente denominada "prostitución ritual" donde las mujeres sagradas, veneradas como la reencarnación de la Diosa misma, celebraban su don del sexo, poderoso, santo y precioso, en señal de eterna gratitud. Tener relaciones sexuales con un desconocido era la más pura expresión de la voluntad de la Diosa y no implicaba ningún estigma. Por lo contrario, las santas mujeres fueron siempre conocidos como "sagradas", "incorruptas" o "pura y sin mancha" (Miles 1988). Las criaturas nacidas de una sacerdotisa eran consideradas hijas de la diosa por lo tanto fueron nombradas como héroes o semidioses: "nacido de una virgen" - recordemos que el apelativo virgen no significa ser casta, sino soltera -. Las criaturas eran "alimentadas, vestidas y presentadas a los dioses entre aromas de incienso y purificación". 
La función social de la sacerdotisa fue de tal manera valorada que sus derechos y obligaciones se describen en el Código de Hammurabi (1728-1686 aC. y se conserva en el Louvre): por ejemplo, debido a su nivel sagrado no podía entrar o abrir una taberna. Hay que señalar que el sacerdocio femenino era normalmente una función destinada a las mujeres de la clase privilegiada, como las reinas y princesas, aunque excepcionalmente muchachas de otros estatus también podían acceder. durante medio siglo, el sacerdocio se mantuvo en Sumeria a través del rito del "matrimonio sagrado" que se extendió por Oriente Próximo, así como a futuras civilizaciones. Posteriormente, la estructura del panteón sumerio, así como la importancia de las diversas divinidades cambiaron sin cesar desde el 2000 al 600 aC. reflejando fielmente las luchas de poder.
La diosa Ishtar, la reina del cielo - de origen asirio y babilónico - fue equiparada con Inanna con quien compartía muchos atributos y ocupará un sitio destacado en grandes mitos mesopotámicos a finales del segundo milenio aC. siendo el más importante el que aparece en La epopeya de Gilgamesh. Sus sacerdotisas - las Ishtaritu - estaban especializados en las artes, la música, la danza y el canto y desarrollan su ministerio sagrado en los templos dedicados a Ishtar. Hacia 1700 aC. la región fue invadida por los emitas amorreos y dominada por la ciudad de Babilonia, reminiscencia de Ishtar (cuya sublime puerta fue sacada de Irak por arqueólogos alemanes y se encuentran en Berlín). Según la mitología babilónica, el dios Marduk da muerte a Tiamat dividiendo su cuerpo en dos, lo que se considera un gran ejemplo de cómo fue el cambio de poder del matriarcado al patriarcado, que evidentemente ocurrió: "Tiamat, la Diosa Dragón del Caos y Tinieblas, es contrarrestada por Marduk, dios de la Justicia y de la luz". Babilonia llega a la cima de su poder aproximadamente en 626 aC.

LAS DIVINAS ADORATRICES DE EGIPTO

Es importante recordar que no hay unanimidad académica con respecto a la cronología del país afro-mediterráneo. Aproximadamente me referiré a los periodos:

- Antiguo Egipto: años 2800 a 2100 aC / Capital Menfis y dinastía III a X.

- Imperio Medio: entre 2100 y 1700 aC / Capital Tebas y dinastías XI a XVII.

- Imperio Nuevo y Baja Época: entre 1700 y 700 aC / Dinastía XVIII a XXV.

- Periodos persa y helenístico: entre los años 700 y 30 aC / dinastías XXVI a XXX, Alejandro Magno y la dinastía lágida o de los Tolomeos.

- Egipto romano: 31 aC hasta 395.

Ciertamente la mujer tuvo una función importante en el mundo del Antiguo Egipto marcando su presencia imprescindible en la sociedad egipcia: mujeres y hombres gozaban de la misma igualdad ante la ley y por tanto ellas podían ser propietarias de tierras, vender, comerciar, heredar o legar. Esta circumstancia propició lógicamente que también llegaran a ser componente activo del cuerpo y notoria ocupando puestos de competencia y formando un grupo importante en la estructura jerárquica y sacerdotal.
Desde el periodo Arcaico el Valle del Nilo era habitado por poblaciones camitas y semitas (hasta el 3000 aC.). En esa época y según las tesis de Naguib Sephinaz-Amal se puede hablar de las phylaí (o agrupaciones de sacerdotisas), pero no es hasta el Reino Antiguo cuando constata la presencia de estas mujeres ni nada se sabe sobre los requisitos necesarios para entrar a formar parte de una de estas agrupaciones de sacerdotisas. Algunos autores creen que estas jóvenes, al igual que sus homónimos masculinos, ingresarían después de haber pasado ciertos ritos relacionados con la circuncisión en los hombres y la ablación del clítoris en las mujeres, pero las investigaciones no pueden constatarlo con precisión. Sin embargo, sí lo está la adscripción a una phylê determinada, documentada en Egipto con toda claridad según escribe la doctora Ana Maria Vázquez Hoyos:

Los primeros indicios de la pertenencia de la mujer al clero apuntan hacia labores referentes al culto funerario, actividades que se iriáin más tarde ampliando al culto de dioses y diosas, como la música y la danza ritual. Aunque podría pensarse que las mujeres formaban un cuerpo sacerdotal independiente del de los hombres, existen algunos indicios de lo contrario. En ocasiones se ha encontrado que el número o designación de una phylê era el mismo en el que un padre y su hija prestaban sus servicios. También es cierto que hombres y mujeres sacerdotes oficiaban juntos en muchos pasajes del ritual, por lo que una estructura común facilitaría su organización. De cualquier modo, de lo que no sabe duda, es que en mayor o menor medida todas las estructuras femeninas y aun las dirigidas por mujeres, estaban supeditadas de un modo u otro, a la supervisión masculina.

En el Antiguo Egipto y a partir de la Cuarta dinastía las sacerdotisas eran escogidas entre miembros de la alta sociedad y en esta época sus funciones se centraban en el culto funerario. Entre ellas, se conoce a Meresanj III (nieta de Keops), nombrada máxima responsable del culto a Thot, y a la hija de un noble provincial durante la V dinastía nombrada "Gran Sacerdotisa de Hator". También, a comienzos de la VI dinastía, a Intkaes, que fue "Sacerdotisa de Hator y Neith" y cuya estatua se encuentra expuesta en el museo Fitzwilliam de Cambridge (Gran Bretaña). El resto de los puestos sin responsabilidad eran ocupados por mujeres de otras clases más bajas. Inicialmete su servicio se realizaba de forma gratuita, aunque posteriormente las "altos cargos" fueron remuneradas con hectáreas de terreno cultivable y lógicamente, las ofrendas que recibía el lugar de culto eran una forma de pago.
Para la historia escrita y la posterioridad, entre la multitud de sacerdotisas destacan las reinas: en los imperios medio-nuevo, en el Alto Nilo y con ascenso de los dioses venerados en la nueva capital Tebas, la reina Ames-Nefertari - esposa y probablemente hermana de Amosis el fundador de la XVIII dinastía - fue profetisa del dios Amón. Viuda ya, dirigió el rada como una diosa durante más de 500 años. Las princesas primogénitas de sangre real fueron destinadas a una orden religiosa conocida como "las adoratrices divinas", donde eran jurídica y civilmente las esposas del dios Amón: para ellas era imposible casarse de facto con un mortal.
Chepenupet I (la hija del faraón Osorcon III) fue la primera esposa del dios "hereditaria" o Divina Adoratriz de Amón en ejercer el poder político en Tebas y regiones circundantes durante la dinastía XXIII. Ella adoptó a Amenardis - hija del rey etíope - y la hizo su sucesora. A partir de entonces las predecesoras adoptaron el título de Madre de... (en este caso Madre de Amenardis). Su imagen se encontró en un muro del templo J en Karnak. Y luego fue Chepenupet II la hija de Amenardis I y así sucesivamente... Bajo el control de los faraones las adoratrices divinas eran asistidas (ara asegurar el gobierno político) por un consejo de notables, de curas egipcios y de guerreros etíopes. Sólo había a la vez una sola sacerdotisa con poder y la transmissión del título se hacía por adopción consciente: cada una elegía a una princesa sucesora.
Hatshepsut fue faraona y suma sacerdotisa a la muerte de su esposo y hermanastro Tutmés II, en el año 1505 aC. Mantuvo el poder hasta su muerte y sus representaciones iconográficas son abundantes, apareciendo siempre como hombre. ella mandó construir el templo de Dayi al-Baharí, consagrado a Amón.
Akenatón o Amenofis IV, uno de los últimos gobernantes de la dinastía XVIII (que vivió hacia 1370 a 1333 aC.) fue el faraón que inició una revolución religiosa para imponer el culto a Atón - dios solar -. Sería la famosa reina-faraona Nefertiti (su gran esposa real) quien fuera la máxima sacerdotisa de esta divinidad masculina. Como gran sacerdotisa, Nefertitit debía intentar estar siempre atractiva, porque una de sus obligaciones rituales era, según el egiptólogo Cyril Aldred, "mantener al dios en estado de perpetua excitación". Según la escritora francesa Simone Schwartz Bart fue la reina Tiyi quien influyó en su hijo Akenatón para que proclamase como dios único a Atón, lo que daria lugar a la etapa monoteísta suprimiendo los demás dioses.
El puesto de sacerdotisa en el politeísmo, igual que el de sacerdote, no era exclusivo para el servicio a un solo dios; todo lo contrario, podía simultanearse en diferentes cultos e incluso disfrutar de puestos, de diferentes niveles jerárquicos, en distintos templos y localidades. Este es el caso de Nesjonsu, hija de Smendes y esposa del Gran Sacerdote de Amón Pinedyem II (Dinastía XXI) que ostentó los cargos de "Jefa de las Concubinas de Amón", "Profeta Femenina de Amón", "Profeta Femenino de Jnum", "Profetisa de Jnum Señor de Gehesti", "Profetisa de Nebet-Hotep de Seruedet" y "Profetisa de Hator y Señora de Aagana".
Es notorio que la relevancia de la mujer como parte activa del clero sufrió variaciones a lo largo de su historia. Su ascenso a cargos importantes en el Reino Antiguo se vio mermado en el Reino Medio y volvió a resurgir durante el periodo Nuevo. Aquí, generalmente, las mujeres accedieron al clero en empleos de responsabilidad por medio de su matrimonio con algún sacerdote y parece que en este caso sus labores no fueron remuneradas, beneficiándose únicamente de un estatus social más elevado.  

Sacerdotas - La mujer en las diferentes liturgias y religiones
Yolanda Alba

  









 

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