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Las poblaciones itálicas

Fuera de Etruria, los testimonios arqueológicos que nos proporcionan las representaciones figurativas son muy escasos. Por tanto, debemos limitarnos casi exclusivamente a los documentos epigráficos, ayudándonos a veces con las informaciones que nos proporcionan las fuentes literarias. A esta escasez de datos debemos añadir, además, la multiplicidad y dispersión de los grupos étnicos de lengua indoeuropea y de sus centros de culto. Así pues, parece difícil proponer una síntesis de los datos relativos a las divinidades itálicas, en lo que concierne no sólo a las zonas marginales del Adriático y la Italia septentrional, sino también a los territorios habitados por las poblaciones umbro-sabelias, cuyas experiencias religiosas, es decir, sus experiencias culturales en general, presentan unos rasgos muy diferentes. Sin duda, existían unas relaciones bastante estrechas entre estas poblaciones y el mundo arcaico latino y romano, que pueden deberse a unas características originarias comunes y a unos contactos muy antiguos entre los sabinos y los habitantes del Lacio (se ha pretendido un origen sabino para un gran número de cultos romanos, empezando por el del dios Quirino), aunque dichas relaciones pueden deberse también a influencias más tardías, en especial la de la religión romana, en los territorios limítrofes del interior de la península, sobre todo a partir del momento en que estos territorios empezaron a estar bajo la dominación política de Roma. No obstante, los cultos griegos y etruscos también ejercieron una cierta incluencia.


 Estatua votiva de una mujer con un niño (siglo v-vi). Capua, Museo Camprano.


 Estatua votiva de una mujer con un niño (siglo v). Capua, Museo Campano.



















De este modo, podría pensarse que un gran número de figuras divinas esenciales del panteón común a Grecia e Italia se adaptaron a las tradiciones y cultos de los santuarios itálicos, empezando por Júpiter, quien, con el nombre de (D)iove-, (D)iuve-, así como también el de Iupater, acompañado de múltiples epítetos, está ampliamente atestiguado en el ámbito umbro-sabelio. Aunque no poseemos ningún documento epigráfico que establezca de una manera clara la existencia de una diosa que corresponda a Juno, no puede excluirse la hipótesis de una influencia de la diosa Hera, cuyo culto estaba muy extendido en Italia, a través de los cultos de la diosa madre, como por ejemplo el que se practicaba en el célebre santuario de Capua; desgraciadamente, hoy por hoy todavía ignoramos el nombre de la divinidad a la que estaba consagrado el santuario. Por el contrario, encontramos el nombre de Cere (Kere) en Capua, en Agnone y en Rossano di Vaglio; y el de Diana en el santuario de Diana Tifatina, cerca de Capua. En la Campania y el territorio de los pelignos, Afrodita-Venus aparece con el nombre Harentas, es decir, "la diosa del deseo". También tenemos noticias del culto que se rendía a Heracles (Herekle). Sin embargo, el dios itálico por excelencia, presente en todas partes y atestiguado tanto por las fuentes literarias como por la epigrafia, parece haber sido Marte (en la forma osca Mamers), dios de la guerra y las migraciones y patrón de los mercenarios. El hallazgo de un gran número de pequeñas estatuas que representan a Marte y a Heracles, descubiertas en los depósitos votivos de los santuarios de toda la península, da testimonio de que estas divnidades eran objeto de una profunda veneración popular. Podemos citar también a otras divinidades específicamente itálicas que no encuentran auténticos homólogos en el mundo grecorromano, como la diosa Mefitis, quien fue sin duda una gran figura divina de los pueblos sabelios, conocida sobre todo en Irpina; ella es, ciertamente, quien junto con Júpiter (Diove) forma la pareja que tal vez era denominada "los Soberanos" (rego) en las dedicatorias de Rossano di Vaglio. Parece ser que, en parte Mefitis sue asimilada a Ceres y a Venus. Ceres Iovia es también llamada "Reina" en la inscripción de la Tabla de Rapino, cerca de Chieti. Entre los umbros (en Prestino) y los picenos, el culto de otra divinidad femenina, Cupra, estaba muy extendido: un famoso santuario le estaba consagrado en el Adriático (actualmente Cupramarittima).
Pero la documentación más rica y completa relativa a unas divinidades itálicas veneradas en un lugar particular, en este caso en la ciudad umbra de Gubbio, nos la proporcionan las Tablas Iguvinas. En ellas encontramos mencionadas a numerosas figuras o entidades divinidas, algunas de las cuales son conocidas y otras no, como Júpiter, Marte, Pomono, Vesona, Çerfo, Fisovio, Holo, Hondo, Tefro, Trebo, Vofiono, etc. Actualmente consideramos muy significativo el hecho de que cada uno de estos nombres, raramente empleado solo, constituye por regla general el primer miembro de un nombre doble, siendo el segundo un adjetivo formado sobre el nombre de otra divinidad (por ejemplo, Çerfo Martio, Prestota Cerfia, Torsa Cerfia, Torsa Iovia, Fisovio Sancio, etc.). Todo esto compone un extraordinario encabalgamiento de relaciones recíprocas, una especie de árbol genealógico en cuya cúspide encontramos la tríada Júpiter Grabovio, Mars Grabovio y Vofiono Grabovio, que pueden relacionarse con una primera entidad Grabo -, cuyo origen sería, según G. Devoto, la personificación de los peñascos o los fresnos, y que volvemos a encontrar de nuevo en el nombre divno etrusco flere in crapśti (=dios del grab-, o en el grab-). Se trata, a todas luces, de un sistema que nace de una elaboración teológica compleja, más aún cuando algunas de estas entidades divinas dan la impresión de ser personificaciones de conceptos o acciones (Vofiono - es también "aquel que sacude", Trebo - "la morada", etc.).
Nada podemos decir, o muy poco, acerca de las restantes poblaciones itálicas, más aisladas y menos conocidas. Carecemos de información sobre las divinidades indígenas de Apulia; los nombres de las mesapias, podrían ser unas alteraciones de los nombres de una o de varias divinidades femeninas locales, sobre todo porque el caso de Deméter nos recuerda el culto a Ceres, que estaba muy extendido entre los sabelios. Por otra parte, Júpiter Menzana podría ser un antiguo dios local de los caballos. Una vez más, es una divinidad femenina la que parece prevalecer en este entorno. Podemos citar también la Reitia de los vénetos, de la que poseemos algunas representaciones; por ejemplo, sobre los relieves de los discos de bronce de Montebelluna, donde aparece representada como potnia theron, con una gran llave. Entre los epítetos de Reitia atestiguados en las inscripciones dedicatorias vénetas, encontramos también Tora, que es sin duda uno de los nombres más antiguos de la diosa. En cualquier caso, la existencia de un santuario de Hera argiva, así como otro de Juno en Padua,confirma que los cultos vénetos están relacionados básicamente con divinidades femeninas.


Diccionario de las mitologías y de las religiones de las sociedades tradicionales y del mundo antiguo

Bajo la dirección de Yves Bonnefoy

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