Ir al contenido principal

Los mitos cosmogónicos

La épica griega de aedo Homero encuentra el marco y los puntos de referencia para observar, conjeturar y situar al hombre en el lugar que le corresponde.

Da a Océano y Tetys unos epítetos como la pareja divina primordial. Océano es denominado primer origen de los dioses, siendo Tetys la madre. Océano es el padre original de todas las cosas, pantessi.

El elemento líquido seria tanto en el origen de los dioses como en el origen del mundo.

Platón y Aristóteles dan una dimensión cosmogónica que hará del agua el principio del que todas las cosas han surgido. Esto le otorga el valor primero a las potencias acuáticas como virtud vivificante y generadora.
A las aguas dulces por su fluidez, a los manantiales, las fuentes, los pozos y los ríos que hacen florecer la vida en la superficie se alimentan de Océano, otras circulan subterráneamente y el resto se enroscan alrededor del mundo. Podemos preguntarnos, además, si las aguas celestes no están, a su vez, en relación con el curso de Océano, que encerraría así la totalidad del cosmos hacia arriba y hacia abajo.



Para los griegos, la vida y el amor dependen del elemento húmedo.

Modelo cosmológico

Océano es esa corriente de agua viva que circula alrededor del mundo, que lo rodea con un flujo incesante a la manera de un río cuyas olas, después de un largo recorrido, regresarían a las fuentes de las que nacieron para alimentarlas sin fin. En los extremos del cosmos, océano constituye los peirata gaiês, los límites de la tierra y estos límites se conciben como unas ataduras que rodean el universo. Esta imagen de un río circular, que encierra el mundo como si fuera un nudo, no funciona solamente en un plano horizontal, cuando cada día, al amanecer y al atardecer, se ve el sol y los astros emerger de Océano para sumergirse de nuevo en él, en ese baño cotidiano en las aguas primordiales que les procuran un vigor y una juventud siempre nuevas.

Otro pasaje de las cosmogonías órficas confiere a Nyx, la Noche, la autoridad y el poder que Zeus, por soberano que sea, debe reconocer a una Potencia primordial. La Noche ocupará el lugar de Océano y Tetys; el tema de las Tinieblas, donde todas las cosas permanecen confundidas antes de emerger a la luz, sustituye el de la fluidez de las aguas. La oscuridad nocturna reina en la profundidad de las aguas, del mismo modo que, para los griegos, la Noche está hecha de una bruma húmeda, de una niebla sombría y opaca.

A Tetys se la confiere el rango de gran divinidad primordial. Tenebrosa deidad de los fondos marinos, Tetis la sombría, Kyanea, se asocia a tres entidades: la Oscuridad (Skotos), que al principio reinaba en solitario cuando todo permanecía informe en ella; y a continuación el uno con el otro, Poros y Tekmor, que surgieron escoltando a Tetis.
Tetis trasciende gracias a su capacidad de urdir de antemano el futuro.
Poros el camino, el trayecto, la salida, y Tekmor es el signo, el indicio, la referencia, actúan a través de la oscuridad de las aguas y el cielo, hacen aparecer unas direcciones precisas, trazan los caminos por los cuales el sol podrá conducir la luz del día y las estrellas dibujar las rutas luminosas de las constelaciones en el cielo nocturno. De las oscuridad confusa de una masa líquida deja paso a una superficie organizada, delimitada y orientada.

 El poema teogónico de Hesíodo se presenta como un documento para comprender el pensamiento mítico de los griegos. Se inscribe en la linia de una literatura que se encuentran una serie de elementos formulares que se han tomado prestado de la tradición homérica. Hesíodo encuentra el marco conceptual y muestra unos préstamos y da valor a unas fórmulas - trozos de un verso, o un grupo de versos- para dar el efecto de sentido que exige la épica que ya no es épica, sinó teogonía. Teogonía de una raza de dioses que Hesíodo canta bajo la inspiración de las Musas. 

El Relato empieza con la evocación de las potencias divinas

En primer lugar existió el Hiato (Chaos), después la Tierra de amplio pecho (Gaia eurysternos), sede siempre segura de todos los Inmortales que habitan las nevadas cimas del Olimpo, y el Tártaro de sombría niebla, en lo más profundo de la tierra de anchos caminos, y también el Amor (Erôs), el más bello de los dioses inmortales, el que afloja los miembros"

Caos, Tierra, Amor. Esta es la tríada de Potencias. 

Escenario para las fuerzas o elementos naturales, teatro de luchas de los dioses propiamente dichos por la soberanía, marco donde estos combates van a desarrollarse.
Este escenario, este espacio debe entenderse como un estado de confusión, donde se encuentran indistintamente mezclados todos los elementos.
Se identifica chaos con cheesthai: derramar, esparcir. Equivale a un elemento (aêr) no compacto, a una bruma húmeda y sombría.
Gaia es la madre ancestral que ha alumbrado todo lo que existe. Estabilizadora, generadora y organizativa, residencia eternamente sólida para los inmortales. Por los montes y sus profundidades se extiende verticalmente en las dos direcciones. Es el igual de Caos.
El Caos origina dos parejas de entidades contrarias. Primero el Erebos y la noche oscura Nyx, después sus hijos Éter (Aither) y la luz del día Hêmerê.
En cada una de las dos parejas, el primero sitúa del mismo modo respecto al segundo, no pueden disociarse: Erebos es a Nyx lo que Aithêr es a Hêmerê.
Primero el Hiato (Caos) y después la Tierra (Gaia), que engendra todo lo que posee densidad y rostro, es calificada de dnophera, epíteto de Nyx: es la tierra oscura, la negra tierra. Caos no es, simplemente, el negativo de Gaia, Caos produce esa luz sin la cual ninguna forma sería visible. Estan ligados pero no se unen. Eros representa una potencia generadora anterior a la división de sexos y la oposición de los contrarios. Se trata de un Eros primordial, traduce el poder de renovación en el mismo proceso de movimiento que primero estimula a Caos y Gaia a producir a partir de ellos mismos alguna cosa distinta que a la vez es su reflejo y su contrario.

La tríada primigenia Caos, Gaia y Eros

"Ningún hijo de la descendencia de Caos dormirá con un vástago de Gaia" y cuando suceda que las mismas entidades se encuentran se produce como Apatê (Engaño) y Philotês (ternura amorosa). Este efecto es la oscilación de una Potencia primordial a otra.
La presencia de Eros junto a Caos y Gaia en la tríada primigenia presenta que Eros no es el poder de atracción que aúna los contrarios, sino que estos sacan de sí mismos los hijos que dan a luz con o sin Philotês.

El nacimiento de Afrodita señala el momento en el que el proceso generador va a estar sometido a unas reglas estrictas, mediante la unión momentánea de dos principios contrarios, masculino y femenino, que se aproximan a causa del deseo pero se mantienen a distancia por la oposición de su naturaleza. Desde el nacimiento de Afrodita, Himeros (Deseo) y Eros se sitúan junto a la diosa, quien, a partir de ese momento, va a presidir la unión sexual, planteada como condición necesaria de toda procreación normal.

Termina la primera fase de la cosmogonia con Gaia dando a luz al cielo estrellado (ouranos asteroeis) Urano-Cielo. A la tensión primitiva le sucede un equilibrio Tierra-Cielo cuya simetría hace del mundo un conjunto organizado y cerrado sobre sí mismo, un cosmos. Los felices dioses pueden vivir en él como en un palacio siempre seguro, cada uno de ellos en el lugar que le está reservado. 

Gaia concibe las altas montañas que señalan su afinidad con el cielo y a los valles. No existe montaña sin valle, del mismo modo que no hay caos sin tierra, tierra sin cielo, ni oscuridad sin luz.
Estos valles servirán de morada a una categoría de divinidades, las Ninfas.
Gaia da a luz a su doble y contrario, Pontos.
Corriente marina cuyas aguas tan pronto son limpidas y claras (atrygetos), como se oscurecen debido a caóticas tempestades.
Hasta aquí las Potencias que han surgido se presentan como unas fuerzas o unos elementos fundamentales de la naturaleza.
Fruto de los abrazos de Urano, Gaia engendra tres series de hijos: los doce titanes.
Los tres cíclopes y los tres cienbrazos (Hekatoncheires). La camada de los titanes comprende seis hijos y seis hijas.
Cronos, el más joven, que será rival de Zeus, en la lucha por el reino del cielo.
Océano, celeste a la vez que terrestre y termina con Tetys. Es la primera generación de los dioses hijos de la tierra y el cielo.
Representan el conjunto del cosmos.

La primera generación de los dioses hijos de la tierra y el cielo parece estar contenido por la pareja Océano-Tetys.
Asociada a Phoibê, la brillante Koios, la bóveda celeste, como Febe, su hermana y compañera, la luz celestial.
Kreios (o Krios), la supremacía, desposará a Eurybiê, la de gran violencia, su hijo Palante, engendrará a Estigia, la Oceánida y a las doce potencias vinculadas al soberano Zeus. Kratos, poder y Bia, fuerza violenta. Hyperiôn, aquel que se eleva, se une a Theia, la luminosa o la visible, que trae al mundo al sol, la luna y a la aurora (Eôs), madre de los astros, a la estrella matutina y a los vientos regulares.
Japeto unido a Clímene, hija de Océano, forman el linaje de rebeldes que actuan al margen del órden, contra el cual se rebelan. Atlas, Menecio, Prometeo y Epimeteo.
Temis y Mnemósime tienen más afinidad con la tierra que con el cielo.
Temis representa lo que es fijo y está fijado, es una potencia oracular habla del futuro como de algo ya preestablecido.
Mnêmosynê, memoria, madre de las musas, conoce y canta el pasado como si siempre estuviera presente.
Ambas le proporcionan a Zeus, a través de su matrimonio con él, esta visión total del tiempo.
Rea, compañera de Cronos, está muy próxima a Gaia, es una potencia astuta que posee una especie de saber primordial.

Los titanes se repartieron, pues, entre la tierra y el cielo, a veces primando un aspecto y otras veces a otro. Ninguno de ellos es una simple potencia física a la manera de Urano o Gaia. Su calidad de dioses no está desvinculada de las fuerzas elementales. Conservan unos atributos primordiales para responder a un universo más complejo y mejor organizado.

Las parejas Ceo-Febe e Hiperión-Tea están más singularizadas y delimitadas que el cielo estrellado; Temis, Mnemósime y Rea concretan y perfilan los rasgos de Gaia.

No todos los titanes combatirán a Zeus. Algunos permanecerán neutrales y otros se alinearán a su lado para dotarlo de ayuda.
En su conjunto formaran la primera generación de dioses conducidas por Cronos, adversarios directos de los dioses de la segunda generación.

Los Olímpicos contra quienes libran una batalla en la que está en juego el reparto de las prerrogativas y honores que corresponden a cada potencia y la puesta en orden definitiva del universo.
Hermanos de los Titanes, los Cíclopes y los Hekatoncheires (cienbrazos) tienen en común, además de los rasgos monstruosos, la brutalidad y la violencia de los seres totalmente primitivos. Muy distintos de los pastores salvajes de la Odisea, los cíclopes de Hesíodo, con un único ojo en medio de la frente, añaden a su fuerza los hábiles conocimientos y las ingeniosas habilidades manuales de los diestros metalúrgicos (mêchanai). Del fuego bruto, que Gaia disimula en sus profundidades, ellos forjarán, al trabajarlo, un instrumento útil, el arma absoluta de la victoria, el rayo.

En sus nombres: Brontês (Estruendoso), Steropês (resplandeciente) y Argês (luminoso), se escucha el estrépito y brilla el resplandor del arma que entregaran a Zeus y que se relaciona con el poder mágico de una mirada fulgurante.
Del mismo modo que oportunamente, los cíclopes confieren a Zeus el privilegio de la mirada mediante el brillo de un ojo de fuego, los Hekatoncheires le proporcionan en el momento decisivo, el poder supremo de la mano y el brazo. Sus brazos brotan multiplicados por toda la espalda, Coto, Briareo y Giges (o Gies), combatientes invecibles.


El último episodio del proceso cosmogónico.

Urano, tendido sobre Gaia, la cubre por completo y se derrama sobre ella sin cesar en una noche interminable. Oculta a Gaia a sus hijos en el seno de Gaia, que gime al tener que cargar en sus profundidades con el peso de su progenie.
Urano, el progenitor, bloquea el curso de las generaciones al impedir a sus hijos acceder a la luz, así como al día suceder a la noche. Los arroja a las tinieblas del prealumbramiento en el mismo seno de Gaia.
Gaia indignada por este engendramiento incesante que Urano realiza sin tregua al permanecer unido a ella, crea el acero, el blanco metal, fabrica una hoz y exhorta a sus hijos a castigar a su padre.
Cronos, el titan de corazón valeroso y retorcida astucia, le cercena un golpe de hoz. Este acto tiene consecuencias cósmicas decisivas. Separa para siempre el cielo de la tierra y lo fija en la cima del mundo como el techo del edificio cósmico. Urano ya no se unirá más a Gaia para producir seres primordiales. El espacio se abre y este desgarrón permite a la diversidad de los seres tomar su forma y encontrar su lugar en la extensión y en el tiempo. Cronos por este gesto es elevado a soberano del cielo. Da entrada de nuevo al Caos, entendiendolo como una lucha incesante, del cual Gaia no puede prescindir. La lucha, la violencia y el engaño han hecho su entrada en el mundo con el golpe de hoz de Cronos. El propio Zeus no estará en situación de suprimirlas, puesto que Gaia no puede prescindir de Caos: sólo podrá alejarlas de los dioses, aislarlas, relegándolas a permanecer entre los hombres.

Sobre esta última parte del escenario que presenta Hesíodo el escenario se abre a la guerra, la astucia, la venganza, el castigo y de las potencias malvadas en el universo organizado: el nacimiento de Afrodita y los hijos de la noche.

Cronos sujeta con su mano izquierda el miembro de Urano. Se deshace de él arrojándolo por encima de su espalda y sin mirar hacia atrás, para conjurar la mala suerte. Las gotas de sangre celeste caen sobre Gaia, la tierra negra, que las recibe en su seno. El miembro cae sobre las olas líquidas de Ponto. Urano no puede volver a reproducirse, pero al fecundar la tierra y el mar, surge en la tierra, las gotas de sangre daran lugar al nacimiento de tres potencias divinas:
las que toman a su cargo la persuación de la venganza, el castigo de los crímenes cometidos contra los padres, las Erinias y las que patrocinan las empresas guerreras, las actividades de lucha y las pruebas de fuerza, los gigantes y las ninfas de los fresnos, Meliai.

Durante mucho tiempo, estas potencias permanecerán en gestación en el seno de Gaia y maduraran en el curso de un tiempo que se desplegará en el mundo en un conflicto sin tregua.
A merced de los movimientos marinos del mar, el miembro de Urano se mezcla con la espuma marina. De esta espuma (aphros) nace una doncella, que dioses y hombres llaman Afrodita.
Des de su llegada a chipre, donde pone el pie en la tierra y en el mar, dos órdenes de consecuencias que son inseparables a pesar de su oposición.
Por un lado, violencia, odio y guerra, por otro lado, dulzura, acuerdo y amor. De la unión de los opuestos, de su aproximación y reconciliación surge Afrodita.
El mundo se originará de la mezcla de los contrarios y la mediación de los opuestos. Pero en este universo mixto en el que se equilibran potencias de conflicto y potencias de armonía la linia divisoria no se establece entre el bien y el mal, entre lo positivo y lo negativo, las fuerzas tienen igualmente aspectos claros y aspectos oscuros, aspectos maléficos y aspectos benéficos.
Los contrarios se acoplan y se reconcilian pero no se fusionan. Eros se asocia a Eris (lucha) esa Eris que se situará "dentro de las raices de la tierra".
Estos aspectos se mantienen separados y se manifiestan a través de su propia naturaleza.

Terroríficas, implacables, las Erinias són también las auxiliares indispensables de la justicia. El arder guerrero de las Melias y los Gigante "de armas centelleantes y largas jabalinas" es el mismo arder al servicio del orden. Hijas del Caos, la noche da a la luz a todas las fuerzas de la oscuridad, desgracia, desorden y privación y las pone en el mundo como emanaciones sacadas de sí mismas. Estas son una serie de Potencias esenciales que confieren al mundo de los hombres. Que estan unidas como lo estan el Día y la Noche. La muerte y el Sueño y a la raza de los Sueños, encabeza la listas, dos grupos de entidades de ámbito oscuro y caótico, son las Erinias que corresponden a Némesis y a las Keres, vengadoras implacables que persiguen las faltas cometidas contra los dioses a los hombres.
Unas diosas cuya furia no ha de cesar hasta que los culpables no hayan recibido su castigo. A los gigantes y a las ninfas de los fresnos corresponde, de un modo absolutamente siniestro, la odiosa lucha, Eris stugerê.
La propia Afrodita, la Afrodita dorada (aunque existe también una Afrodita negra, Melainis) encuentra entre los hijos de la noche, las Potencias que encarnan sus poderes, a sus medios de actuación y sus privilegios de diosa.





Las Moiras. Fragmento del gran friso del altar de Pérgamo. Hacia 180 aC, Berlín. Museo de Pérgamo.


Atenea, coronada por Nike, lucha contra Alcíone. A la derecha: Gaia, la madre de los Gigantes, hace su aparición. Fragmento del gran friso del altar de Pérgamo.  



Nacimiento de Afrodita. Fragmento de un relieve del denominado Trono Ludovisi. Panel central. Hacia 460 aC, Roma.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Germanos y nórdicos. Los elementos de lo sagrado

El estudio de las mitologías germana y nórdica presenta antes que nada graves dificultades sobre todo a los documentos con los que contamos para intentar conocerlas: o bien son de carácter arqueológico y, como tales, raras veces permiten certezas absolutas; o bien son de naturaleza literaria (runas, poemas édicos y escáldicos, testimonios de observadores no germánicos, más tarde las sagas islandesas) y, en ese caso, presentan importantes problemas de interpretación o de desciframiento. Por poner tan sólo algunos ejemplos, las runas son antiguas y hacen su aparición hacia el siglo III de nuestra era, pero los especialistas todavía se preguntan acerca de su significado; nuestras dos fuentes principales, complementarias por otra parte, la Edda poética y la Edda de Snorri Sturluson, fueron compuestas, en la forma en que las conocemos, en el siglo XIII por literarios formados en la cultura cristiana quienes, con frecuencia, ya no entendían (y, en cualquier caso, ya no vivían) aquello de lo

El solsticio de verano

El calendario por el cual nos regimos es el gregoriano, una modificación del calendario romano del cual conservamos los nombres de los meses, 365 días. Los dos grandes relojes naturales en los cuales están basados los calendarios son el sol y la luna, y eran los indicadores más claros para la gente de la sociedad antigua, básicamente agraria, para localizar y celebrar rituales dentro del espacio y del tiempo. En una sociedad que vive en el campo y de los recursos del campo, la interpretación del espacio y del tiempo forzosamente está condicionada por la relación existente entre el estado de la naturaleza y de las cosechas y el momento solar y lunar en que se encuentra el año. La trayectoria influye marcadamente en la naturaleza. El sol es el reloj más minucioso. A demás de marcarnos el paso de los meses nos indica cada hora del día; es el elemento masculino, identificado siempre con la vida y convertido por la mayoría de las culturas antiguas como objeto de ador

La mitología gitana - ritos mágicos y femineidad

Los gitanos creen en una multitud de seres sobrenaturales, buenos o malos espíritus, que ejercen su influencia a lo largo de toda su existencia. Esta creencia aparece en numerosos relatos y ritos mágicos. La importancia de esos numerosos espíritus nos podría llevar a admitir una forma de politeísmo entre los gitanos. La adopción por parte de los gitanos de una religión monoteísta oficial (cristianismo o Islam) les impedía ver en esos espíritus "dioses" en el sentido clásico; pero no por ello dejan de participar en el absoluto de lo divino, puesto que condicionan la existencia de los mortales. Por otro lado, su carácter funcional explica su multiplicidad. La aculturación general de los gitanos actuales hace que resulte difícil determinar los orígenes de estas creencias míticas, especie de estratos de una conciencia religiosa "sedimentada", en la que pueden disntiguirse restos de influencias de las diversas poblaciones junto a las que los gitanos se han establecido en