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Lares, Manes y Genius

Lares

El nombre no tiene una etimología clara. Designa, en singular, aunque es más frecuente su uso en plural, a las divinidades protectoras del territorio. Este rasgo esencial fue acertadamente subrayado por su significado fundamental, los Lares deben ser considerados como unas divinidades vinculadas a un lugar.
Esta definición, justificada por los testimonios culturales, ha sido ensombrecida por las especulaciones de los eruditos antiguos y... modernos, que tendrían a confundir a los Lares con unos "espíritus infernales". Otra fuente de confusión proviene de una interpretación tardía, de naturaleza mitográfica. Así, se inventó una "Madre de los Lares", denominada Mania y Lara, y Mater Matuta en la liturgia de época imperial. Su antigüedad debe ser rechazada de entrada, puesto que la religión romana de los orígenes ignora los vínculos genealógicos.
Los Lares son citados (con el nombre de Lases, sin el rotacismo de la s interior) como los protectores del ager Romanus ("campos cultivados de Roma") en el carmen arcaico. En singular, el Lar familiaris es el protector del ámbito familiar, que el pater familias saluda en primer lugar cuando llega a su casa de campo: éste protege a toda su familia, tanto a las personas libres como a los esclavos. Es también al Lar familiaris a quien el cabeza de familia ofrece una corona para que "esta residencia sea para nosotros una fuente de bienes, bendiciones, felicidad y buena suerte".
En el campo, el culto a los Lares tenía lugar en las encrucijadas (compita), lugares privilegiados de encuentro: estos Lares compitales eran venerados, en particular, a principios del mes de enero, con ocasión de una fiesta móvil, las Compitalia. En la propia Roma, los Lares eran honrados el primero de mayo como Lares praestites ("Lares tutelares"): Ovidio no olvida recordar su misión de protectores y defensores de las murallas. La popularidad de su culto (en los cruces de las calles, eran representados como dos jóvenes acompañados de un perro) era tal que Augusto la aprovechó para situar entre ellos la estatua de su propio Genius. (La política religiosa de Augusto). De este modo, para retomar la expresión de Ovidio: "cada barrio honraba a tres divinidades".
A esta lista sería preciso añadir un nuevo culto, atestiguado por un hallazgo reciente (una inscripción arcaica de un cipo del siglo IV aC, encontrado en los alrededores de Lavinium: Lares Aenia d(ono), "ofrenda al Lar Eneas"; Roma medio repubblicana, Roma, 1973.) Por primera vez, la palabra singular Lar iba seguida de un nombre propio; por primera vez, la epigrafía había dado testimonio de un culto a Eneas, precisamente en la zona de Lavinium, donde se descubrió un herôon que la tradición atribuye a Eneas.


Representación de dos serpientes en la base de un larario.



Manes (di)

La expresión di Manes dio lugar a diversas exégesis (es preciso descartar la etimología popular manare). "El nombre Manes (di) se explicaría por el hecho de que se consideraba que estos dioses fluían - manare- a través de los elementos aéreos y terrestres", así como la comparación arbitraria con la palabra frigia Mên. Parece que debemos decantarnos por la explicación a través del eufemismo manis (o manus), que significa "bueno", "benefactor", a diferencia de immanis. La expresión se habría aplicado a los dioses infernales (di inferni) con el objetivo de ganar su protección. Esta explicación, con la que están de acuerdo la mayoría de estudiosos modernos, fue propuesta por Elio Estilo: "Los dioses infernales fueron denominados Manes, con el significado de benefactores (boni), por las gentes que los veneraban con tono suplicante, por temor a la muerte".
El empleo de la expresión es antiguo. Aparece en la fórmula ritual de la deuotio que, en el 340 aC, pronunció el cónsul Decio: Desio se consagra a sí mismo, al mismo tiempo que al ejército enemigo, a los deis Manubis Tellurique ("a los dioses Manes y a la diosa Tierra"). También M. Curcio se consagró a los "dioses Manes", al precipitarse a caballo en la sima que se había abierto en el Foro, después de un terremoto. Cicerón, por su parte, evoca los "derechos de los Manes" en su tratado sobre las leyes. Pero no parece que la expresión di Manes se utilizara en los tiempos antiguos para designar a los difuntos de la familia. Éstos son denominados di o diui parentum en un pasaje de las "leyes reales". Del mismo modo, las ceremonias fúnebres alrededor de las tumbas familiares, que se desarrollaban durante nueves días (dies parentales), a partir del 13 de febrero para finalizar el 21 de febrero con una fiesta pública - las Feralia -, se denominan Parentalia; el sustantivo parentatio y el verbo parentare son las palabras específicas para el culto de los ancestros muertos.
No es sino hasta finales del siglo I aC, cuando se estableció la costumbre de utilizar la inscripción D(is) M(anibus) para los difuntos de la familia y cuando se esculpieron sobre las lápidas verdaderas dedicatorias a los dioses Manes. Anteriormente, los epitafios eran "muy breves"; "inicialmente, los nombres del difunto en nominativo y, más tarde, en genitivo, componían toda la inscripción; no había ninguna palabra, ninguna fórmula que recordara la muerte, ni siquiera indirectamente"). Las dedicatorias a los Manes iban seguidas por los nombres del difunto en nominativo, genitico o dativo.
Sin embargo, por metonimia, la expresión di Manes adquirió también otros sentidos. Así podía designar la morada de los muertos o simplemente los cadáveres. En cuanto a la fórmula virgiliana quisque suos patimur Manes, "cada uno de nosotros sufre sus Manes"), ha suscitado un gran número de interpretaciones. El antiguo comentarista de Virgilio, Servio, la entendía como "el jucio" que nos espera en la morada de los Manes y, a modo de justificación, avanzaba esta visión filosófica: al nacer, nos acogen dos Genios, uno nos impulsa hacia el bien, el otro hacia el mal; después de nuestra muerte, ellos son los testimonios de nuestra suerte: de nuestra liberación o nuestra reencarnación... Ahora bien, se trata de una concepción totalmente ajena a las tradiciones romanas.

Genius

Es una noción auténticamente romana, que no tiene un correspondiente griego. Antiguos y modernos han discrepado acerca del sentido que era preciso otorgarle. Se trata de un derivado del verbo genere, forma mucho menos frecuente que el verbo con reduplicación gignere. Vensorino, propuso tres tipos de explicaciones: o bien Genius es responsable de nuestro nacimiento (ut genamur curat), o bien nace al mismo tiempo que nosotros (una genitur nobiscum), o bien nos acoge y protege después de nuestro nacimiento (nos genitos suscipit ac tutatur). Por regla general, los modernos estudiosos se han mostrado sensibles a la primera indicación; la mayoría dieron un sentido activo a genius y lo interpretaron como la deificación del poder genésico. En contrapartida G. Dumézil observó que "el compuesto ingenitum, que es de un tipo más corriente pero que ciertamente también es antiguo, sólo tiene un sentido pasivo: propiedad, cualidad innata, quod ingenitum est... Genius, de género animado, es exactamente lo mismo, pero personalizado y... divinizado".
Existen dos razones que abogan en favor de esta última interpretación. En primer lugar, el paralelismo con otras formaciones semánticas: la serie Venus-uenia-uenerare (-ri) ( a la cual puede añadirse, a título analógico, Fides -(Dius) Fidius fidere) es parecida a la serie genus-Genius-generare. En todas estas series, los derivados en -io derivan de un vocabulario religioso; se trata de nociones divinizadas (Genius, Fidius) o de palabras sagradas (uenia). Venia señala el favor que el uenerans consigue de los dioses; Fidius designa al dios que ostenta la Buena fe y que es garante de la misma. De un modo paralelo, Genius debe designar la divinización de la personalidad, con sus cualidades innatas. Existe además otra razón: un texto de Servio que Otto tuvo el mérito de rescatar del olvido, señala que "la frente está consagrada a Genius: por eso nos tocamos la frente al venerar al dios" (uenerantes deum tangimus frontem). Lejos de personificar la actividad sexual, el Genio encarna la personalidad de cada ser humano. Por lo tanto, es común a hombres y mujeres. El paralelismo Genius - Iuno sólo es una construcción tardía, que se encuentra por primera vez en Tibulo bajo la forma de una Iuno Natalis que es simétrica al Natalis identificado con el Genius. En el teatro de Plauto, ninguna de las alusiones a Genius es de orden sexual: Genio es el principio vital que es reconfortado a través de banquete.
Noción de pura raíz latina, Genius sufrió sin embargo la influencia griega, la cual es perceptible ya en Lucilio. Varrón ve en Genius un principio más racional que vital. Horacio propone una concepción más ética, distinguiendo un Genius variable (mutabilis), ora blanco (albus, que nos inclina hacia el bien) ora negro (ater que nos incita al mal). Sobre todo, este Genius es presentado como un compañero (comes) que dirige nuestro destino (natale astrum).
Al lado del Genius privado existe un Genius publicus que es mencionado por primera vez en el 218 aC. Más tarde, tenemos noticia de un Genius populi Romani, en torno al cual Sila habría querido reunir a los ciudadanos romanos durante la guerra social. El Genius publicus se presenta como un símbolo de prosperidad y éxito: el 9 de octubre era honrado en asociación con Fausta Felicitas y Venus Genetrix in Capitolio. El Genius Augusti aparece como una herencia doble: Augusto comprendió el partido que podía sacar de un culto que estaba enraizado en la mentalidad romana al mismo tiempo que era susceptible de un estatuto oficial, y tuvo la idea de asociar el culto de su propio Genius al de los Lares en todas las encrucijadas de Roma.
Una extensión de sentido, a primera vista sorprendente, es el Genius loci, que se prestó a numerosas aplicaciones particulares. La noción se extendió incluso a algunas colectividades, por ejemplo Genius coloniae o Genius municipii. Bajo el imperio, es preciso mencionar un Genius senatus, que de algún modo constituyó el simétrico del Genius populi Romani.



Larario en el que aparecen representados dos Lares que rodean al Genio. Pompeya.

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